Año a año, los ataques ganan en complejidad y sofisticación, y el escenario de los ciberriesgos se complica. Por eso, cada vez es más importante ir un paso más allá de la ciberseguridad y empezar a implementar un enfoque centrado en la ciberresiliencia.
¿Qué es la ciberresiliencia?
En un mundo hiperconectado, en el que las sociedades, los mercados, las empresas y las personas dependen de forma creciente de las tecnologías digitales, las amenazas cibernéticas se multiplican. Tal como señalan desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad de España (INCIBE), cada vez tiene menos sentido construir barreras y defensas con el ánimo de hacerlas inquebrantables, sino que se debería apostar más por anticiparse a las amenazas, ser capaz de amortiguar el impacto de los incidente y, sobre todo, poder responder con agilidad a los ataques de forma que la continuidad del negocio no se vea afectada.
Es decir, la ciberresiliencia va de asumir que va a haber ciberataques y que tenemos que estar preparados para minimizar daños y mantener la actividad.
¿En qué se diferencia con la ciberseguridad?
La ciberresiliencia y la ciberseguridad no son conceptos que se excluyan, sino que se complementan. Mientras que la ciberseguridad se centra en proteger los sistemas, las redes y los datos frente a los ataques (y lo hace mediante tecnologías, procesos, buenas prácticas o medidas concretas), la ciberresiliencia va más allá. La resiliencia cibernética ayuda a las organizaciones a estar preparadas, prevenir, responder y recuperarse con éxito en el caso de que se produzca un ataque.
¿Cómo ayuda la ciberresiliencia a proteger la empresa?
Las medidas de ciberseguridad tradicionales no han perdido eficacia frente a los ciberataques. Sin embargo, no son suficientes para garantizar la seguridad de los datos, cada vez más valiosos, ni el correcto funcionamiento de la infraestructura de las organizaciones. Como consecuencia, no se bastan por sí mismas para garantizar la continuidad del negocio y mantener la buena reputación de las compañías. Hoy en día, es tan importante evitar y contener los ataques como responder de forma adecuada y recuperarse lo antes posible.
Una estrategia de ciberresiliencia bien implementada ayuda a proteger a una empresa a través de estos cuatro pilares:
01
Los riesgos cibernéticos a los que la está expuesta la organización.
02
Para detectar anomalías y posibles brechas en la seguridad de los datos antes de que los daños sean graves.
03
A los incidentes en el caso de que sucedan para así poder asegurar la continuidad del negocio y el daño reputacional mínimo, sea cual sea la gravedad del ataque.
04
Con el objetivo de integrar la estrategia de ciberresiliencia en la forma de hacer negocios y operar de la compañía.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, el papel de la industria aseguradora es clave a la hora de impulsar la ciberresiliencia de empresas, organizaciones y hasta países. El sector seguros puede aportar su conocimiento en el campo del análisis y la gestión de ciberriesgos, facilitar la implementación de herramientas de monitorización y contribuir con instrumentos para protegerse frente a los riesgos y poder responder adecuadamente a los incidentes.
Partiendo de los cuatro pilares anteriores, todos los elementos de una estrategia de ciberresiliencia adecuada podrían agruparse alrededor de cuatro grandes temas. Estos serían:
¿Cómo implementar la ciberresiliencia en la organización?
A la hora de implementar una estrategia de ciberresiliencia, deben tenerse en cuenta todos los actores implicados y las características de cada organización, así como los riesgos específicos a los que está expuesta. Tal como señalan desde el INCIBE, no se puede generalizar una forma única de implementar la ciberresiliencia. Sin embargo, el instituto sí señala los siguientes pasos esenciales:
En definitiva, la ciberresiliencia va un paso más allá de la ciberseguridad. Se construye sobre las medidas de protección frente a los ciberataques para transformar las organizaciones y lograr que, además de resistir, sean capaces de prevenir, amortiguar los impactos y, sobre todo, recuperarse en tiempo récord para que el negocio y la reputación no se vean afectados.