“Imagine que cinco hermanos reciben un regalo de 1.000 euros. Si comparten el dinero a partes iguales, ¿cuánto obtendrá cada uno?”. “¿Prefiero gastar dinero ahora que ahorrarlo para el futuro?”. Este tipo de preguntas forman la Encuesta de Competencias Financieras que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) lleva a cabo en España desde 2016. Sus resultados dibujan el mapa de los conocimientos financieros, la actitud ante el ahorro o las decisiones de inversión de la población, entre otros aspectos.
La encuesta de la CNMV arranca con una serie de preguntas más o menos complejas para establecer el nivel de conocimientos generales y financieros de la población. La encuesta recoge preguntas sobre rentabilidad, riesgo, tipos de interés, hipotecas o aspectos económicos más generales, como la inflación.
Según los resultados de la encuesta publicada este año, la mayor parte de la población (un 69%) muestra unos conocimientos generales entre medios y altos, mientras solo el 4% tiene unos conocimientos generales muy bajos. A nivel financiero, casi un 70% de la población posee unos conocimientos medios o altos, mientras que cerca de un 25% de la gente sabe poco o muy poco del tema.
Además, se aprecia una correlación entre nivel de conocimientos generales y nivel de conocimientos financieros, así como entre el nivel de estudios y el nivel de conocimientos. Las personas con educaciones superiores (en particular, de las ramas de ciencias y de economía) son las que, por lo general, muestran mayores competencias financieras.
Sean cuales sean los conocimientos financieros de la población y sus capacidades para no gastar todos sus ingresos a corto plazo, la preocupación por el ahorro es una constante entre los españoles. Según la encuesta de la CNMV, el 22% tiene una preocupación moderada por ahorrar parte de sus ingresos, mientras el 70,5% le da una importancia alta. Aun así, una cosa es la percepción personal y otra el ahorro real y efectivo.
Cerca del 40% de la población asegura que no ahorra y, además, otro 41% afirma que solo ahorra a través de un único método. En este sentido, de la encuesta se desprende que el ahorro en cuenta corriente y en metálico es lo más habitual (lo hace más de un 60% de la población ahorradora), seguido del uso de cuentas de ahorro a plazo (8,7%), las aportaciones a planes de pensiones individuales (6,6%) y productos financieros como fondos de inversión o acciones o activos de renta fija (3%).
En cuanto a los perfiles de los ahorradores, el estudio revela dos tendencias. La primera es que cuanto mayores son las competencias financieras, mayor es el porcentaje de ahorradores. La segunda, más evidente, es que las rentas más altas tienen más capacidad de ahorro y, por tanto, el porcentaje de ahorradores es mayor entre estos grupos.
Por último, en cuanto a la actitud frente al ahorro a largo plazo y las inversiones, las respuestas de los encuestados reflejan que una parte importante de los individuos (40%) es muy impaciente y siempre prefiere la cantidad de dinero hoy que cualquier promesa mayor en el futuro. Mientras, cerca de un 20% se considera paciente y prefiere esperar un año si obtiene un rendimiento de al menos un 5%.
Buena parte del estudio de la CNMV se centra en analizar la actitud de los españoles frente a determinados productos financieros como cuentas corrientes, cuentas de ahorro, hipotecas, planes de pensiones, fondos de inversión, acciones, activos de renta fija, seguros de vida, seguros médicos, préstamos personales y tarjetas de crédito.
Mientras que algunos como las cuentas corrientes y las tarjetas son muy habituales, la inversión en acciones (14%), los fondos de inversión (9%) y los activos de renta fija pública y privada (2%) son poco frecuentes. De nuevo, se aprecia una correlación clara: cuanto mayores son los conocimientos financieros de la población y/o mayor es su renta, mayor variedad de productos financieros se poseen.
Por último, también se aprecia una tendencia que no estaba tan clara en los apartados anteriores. A mayor edad, incrementa la probabilidad de poseer una cuenta de ahorro y de participar en los mercados financieros, ya sea a través de un fondo de inversión, un plan de pensiones o mediante la compra de acciones y activos de renta fija.
“En general, los resultados del análisis […] permiten afirmar que existe una relación de causalidad clara: es la cultura financiera la que incrementa la probabilidad de adquirir acciones o renta fija y de participar en un fondo de inversión, y no a la inversa”, concluye el informe. Es decir, los conocimientos financieros juegan un papel fundamental a la hora de tomar decisiones de ahorro y apostar por productos financieros más complejos, pero también más rentables.
“Este trabajo pone de manifiesto la necesidad de continuar avanzando en el desarrollo de programas de educación financiera adecuados que permitan a la población tomar decisiones informadas en esta materia en unos mercados financieros cada vez más complejos”, añade el estudio entre sus conclusiones finales.