La edad media efectiva de jubilación en España se sitúa en torno a los 64 años. Eso quiere decir que, teniendo en cuenta nuestra esperanza de vida, la mayoría disfrutará de, como mínimo, dos décadas sin trabajar. Para mantener un buen nivel de vida en esos años es tan importante la planificación económica como la psicológica. Así podemos prepararnos para la jubilación durante los últimos años de vida laboral, pero ¿cómo prepararse para la jubilación?
A nivel económico, la mayoría de los españoles coloca todas sus opciones de jubilación en el sistema público de pensiones. Tal como señala la Guía para afrontar el futuro de las pensiones – Edición 2019, elaborada por Willis Towers Watson, la pensión pública se calcula sobre los últimos 22 años cotizados, una cifra que irá subiendo hasta los 25 años en 2022. La cuantía final se calcula como un porcentaje de las cotizaciones, en función de los años que se hayan trabajado y la edad elegida para abandonar el mercado laboral.
En la mayoría de los casos, este cálculo supone una pérdida de poder adquisitivo respecto al último salario. Y eso que España es uno de los países con una tasa de sustitución más alta (la relación entre la primera pensión y el último sueldo). Según la OCDE, este porcentaje se sitúa en la actualidad en el 81%, aunque todo indica que se irá reduciendo en los próximos años (la media europea está en el 57%).
Por eso, ante la pregunta, cómo preparase para la jubilación, lo más importante es la planificación. Cuanto antes se empiece a ahorrar, mejor. Ya sea mediante instrumentos ofrecidos por la empresa en la que se trabaja o planes de ahorro individuales, el ahorro planificado desde el primer empleo es importante. Si no se ha empezado antes, la capacidad de ahorro en los últimos años de vida laboral se reduce, no tanto porque no se pueda ahorrar, sino porque no se ahorrará lo suficiente. A partir de ciertas edades, hay poco margen de maniobra
Así, las decisiones económicas de este tramo de edad deben más encaminadas a analizar la situación a la que se va a enfrentar el trabajador. Decidirla edad de jubilación es el paso quizá más importante, ya que de ella dependerá directamente la cuantía final de la pensión. Además, esto nos permitirá calcular la probable pérdida de poder adquisitivo y prepararnos para ella, planteándonos incluso opciones como la jubilación activa, que permite compaginar un porcentaje de la pensión con un trabajo por cuenta propia o ajena.
Planificar la jubilación puede parecer complicado, pero en realidad puede hacerse en unos pocos pasos y confiando en la opinión de los expertos. Como punto de partida, debemos estimar qué nos depara el futuro. Es decir, cuánto nos va a corresponder de la pensión pública si nada cambia.
En este sentido, la Seguridad Social facilita un simulador de jubilación al que podemos acceder con el certificado electrónico. En él puede consultarse cuánto hemos cotizado, cuánto nos falta por cotizar, cuánto está previsto que percibamos de pensión y cuál será el valor real de la pensión para aquel entonces (el llamado valor deflactado). Otra opción es ponerse en contacto con nuestra entidad financiera de confianza para que nos asesoren al respecto.
Una vez que nos hemos hecho una idea de cuánto podremos percibir de pensión pública (un valor que, cuanto más a largo plazo, más impreciso será), podremos determinar cuánto es necesario ahorrar. Para ello, empezaremos calculando la diferencia entre el nivel de vida que queremos tener o mantener en el futuro y lo que vamos a recibir.
Después, multiplicaremos esa cantidad por el número de meses de esperanza de vida aproximada después de la jubilación. Este es otro valor muy variable, pero nos ayuda a hacernos una idea de cuánto habrá que ahorrar en total. A partir de este valor total, podremos determinar cuánto habrá que ahorrar al mes. En este sentido, es muy importante tener en cuenta la edad y los años que nos quedan en el mercado laboral. Cuanto antes se empiece, mayores serán las probabilidades de alcanzar un objetivo de ahorro ambicioso.
Una vez completados los dos primeros pasos, toca definir la estrategia de inversión. En este sentido, hay que pensar en el cuándo, el cómo y el cuánto. La primera respuesta es sencilla: cuanto antes, mejor. El ahorro constante y a muy largo plazo nos permite asumir más riesgo y, por lo tanto, recibir mayor rentabilidad. También evitará que el esfuerzo (lo que tenemos que ahorrar mes a mes) sea menor para alcanzar la cantidad deseada; y el tiempo y la regularidad en las aportaciones nos protegerán de los vaivenes del mercado.
Así, cuanto más jóvenes y más tiempo haya por delante, mayores serán las probabilidades de asumir riesgos. De la misma manera, cuanto más cerca estemos de la edad de jubilación, más prudentes habrá que ser y menos riesgo se podrá tolerar. Esto último conecta con la siguiente pregunta: el cómo. Existen multitud de herramientas de ahorro en el mercado, cada una con sus puntos fuertes.
Los planes de pensiones están diseñados específicamente para el ahorro a largo plazo que permite complementar la pensión pública una vez jubilados. En función de los objetivos finales, se fija una aportación periódica (lo más recomendable es hacerla mensualmente) y la suma total de la cuantía aportada más sus rendimientos se recuperan cuando la persona se jubile. Estos planes están ideados teniendo en cuenta el perfil de riesgo del ahorrador y permiten ir modificándolo con el tiempo y a medida que cambian las circunstancias.
Además de los planes de pensiones, existen otros productos financieros disponibles en el mercado, como los diferentes tipos de fondos de inversión. Es importante resaltar que tanto los planes de pensiones como el resto de productos para el ahorro a largo plazo son instrumentos de inversión. Siempre es necesario invertir para buscar la revaloración de los ahorros y compensar así la subida del nivel de vida.
Como señalábamos al principio de este apartado, cuanto más lejano esté el momento de jubilación, más decidida puede ser la estrategia de inversión. Por el contrario, cuanto más cerca se está de la edad de jubilación más conservador hay que ser y menos riesgo debe asumirse.
En todo este proceso, es recomendable dejarse asesorar por expertos en ahorro, inversiones y jubilación. Estos podrán explicarnos con claridad todas las opciones, con sus ventajas y desventajas, y ayudarnos a establecer objetivos realistas y asumibles de ahorro. Por último, una vez decidida la estrategia de inversión, el paso final es empezar a ahorrar, aportando con regularidad la cantidad que hemos estimado. Por pequeña que esta sea, a largo plazo y con constancia, se pueden conseguir grandes objetivos.
Por último, es importante tener en mente las metas y no centrarse en posibles vaivenes de los mercados financieros. A la larga, la inversión siempre va a ser positiva. Sin embargo, esto no significa que haya que olvidarse por completo de la estrategia. Siempre será necesario revisar el plan y modificarlo si se producen cambios en las condiciones (si aumenta o disminuye la renta o aumentan las cargas familiares, por ejemplo).
En conclusión, hacer una planificación adecuada de la jubilación no es algo demasiado complejo. Sabiendo cuánto podremos recibir de la pensión pública, teniendo en cuenta cuánto vamos a querer ahorrar, cuál es nuestra capacidad de ahorro y de cuánto tiempo disponemos podemos escoger la estrategia de inversión más adecuada para lograr mantener nuestro nivel de vida una vez alcanzada la edad jubilación.
Durante los últimos años de la vida laboral, la preparación psicológica cobra mucha más importancia que la económica. De hecho, si hemos planificado la jubilación de forma adecuada, el aspecto económico queda relegado a un segundo plano. No así la preparación personal. Dejar de trabajar, aparcar la carrera, organizar el tiempo o convivir con la falta de rutina son algunos aspectos que pueden tener una importante carga psicológica.
Según la American Psychological Association, los jubilados pueden clasificarse, a grandes rasgos, en seis grupos.
Ante estas perspectivas, la preparación psicológica y la planificación cobran una gran importancia. Por tanto, es necesario seguir las recomendaciones realizadas para preparase para la jubilación y así poder afrontar el abandono del mercado laboral. Es aconsejable dar los siguientes pasos poco a poco.
En definitiva, ante la preparación para la jubilación, el aspecto psicológico no debe descuidarse a la hora de planificar la jubilación. El trabajo supone una parte muy importante de nuestra rutina durante la mayor parte de nuestra y abandonar la vida laboral puede no ser tan sencillo como a priori podría parecer.