Cuando llega el momento de jubilarse, muchos trabajadores lo tienen claro. Es el momento de disfrutar de la merecida pensión y aprovechar el tiempo para todas aquellas cosas que, durante años, se fueron dejando de lado. Sin embargo, no son pocos los que tienen dudas, ¿debería seguir trabajando un poco más? Retrasar el abandono del mercado laboral más allá de la edad ordinaria de jubilación tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes.
En la última década, se han promovido una serie de reformas legislativas para intentar responder a los retos demográficos que amenazan la sostenibilidad del sistema público de pensiones en España. Parte de estas medidas pasan por retrasar el momento de la jubilación, tanto de forma obligatoria, como de forma voluntaria. Así, por ejemplo, la edad ordinaria de jubilación, que hasta 2013 era de 65 años, ha ido incrementándose hasta los 66 años y dos meses en 2022 y llegará a los 67 años a partir de 2027, si bien se permitirá la jubilación ordinaria a los 65 años a aquellos con largas carreras de cotización.
Además, las últimas reformas del sistema han incluido una serie de incentivos para aquellos que quieran retrasar su jubilación de forma voluntaria. De esta manera, a partir de este mismo año, quienes opten por jubilarse más tarde de lo que les correspondería por edad y años cotizados, recibirán un plus económico en su pensión (que detallaremos más adelante). Pero, ¿cuáles son todos los pros y los contras de retrasar la jubilación?
Jubilarse más tarde de lo normal tiene algunas ventajas, aunque las más destacadas son, probablemente, las económicas. Tal como explica la Seguridad Social, los incentivos para prolongar la vida laboral y retrasar la jubilación de forma voluntaria, lo que se conoce como jubilación demorada, se han incrementado. Estos incentivos pueden ser en forma de incremento en la mensualidad de la pensión (un 4 % por cada año que se siga en activo), en forma de pago único de una cantidad a tanto alzado por año de demora en el momento que se acceda a la jubilación o una combinación de ambas.
Retrasar la jubilación supone retrasar la pérdida de poder adquisitivo asociada al cobro de una pensión, ya que se sigue percibiendo un salario, con todos sus complementos, durante más tiempo. Por último, retrasar la edad de jubilación también supone incrementar el periodo de cotización y, si es necesario, optar a la posibilidad de completar los años cotizados necesarios para conseguir una pensión que sea del 100 % de la base reguladora.
Además de estos tres pros claramente económicos (incentivos, poder adquisitivo y periodo de cotización), retrasar la jubilación puede tener otras ventajas. Seguir activos física y mentalmente, si no hay impedimentos por cuestiones de salud, reduce las probabilidades sufrir problemas psicológicos, enfermedades crónicas y trastornos asociados a la vejez, según un estudio de la Universidad de Berkeley, en Estados Unidos. Sin embargo, esto dependerá en gran medida de la actividad, ya que mantener las ocupaciones físicas más exigentes puede tener consecuencias negativas en la salud, de acuerdo con otro estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada.
Retrasar la jubilación no siempre es sencillo ni tiene ventajas evidentes. En primer lugar, continuar trabajando puede ser complicado en función de la situación laboral de la que se parta. Si la persona está en situación de desempleo o no puede seguir manteniendo su trabajo, encontrar una nueva ocupación puede ser complicado. De acuerdo con un estudio de Adecco e Infoempleo, los mayores de 55 años apenas disponen de ofertas de trabajo y uno de cada dos de sus currículos se descarta de forma automática.
El llamado edadismo laboral, la discriminación de las personas de mayor edad a la hora de acceder a un puesto de trabajo, es evidente y puede dificultar la continuidad de la vida laboral más allá de la edad ordinaria de jubilación. Esto no quiere decir que sea imposible. En algunos sectores se prefieren perfiles de mayor edad para puestos senior que requieran mucha experiencia y para puestos de gestión y dirección.
Otra de las grandes desventajas de no abandonar el mercado laboral es no aprovechar el tiempo para disfrutar de la jubilación y dedicar a las aficiones y a las pasiones de cada uno. A medida que una persona se hace mayor, aumentan las probabilidades de sufrir problemas de salud que dificulten la realización de ciertas actividades. Si se retrasa en exceso la edad de jubilación es posible que, cuando llegue el momento, la salud no acompañe para hacer esas cosas que llevamos toda la vida posponiendo.
Por último, aunque no lo parezca, también existen contras de carácter económico. Optar por el incentivo de pago único por año de demora respecto a la edad de jubilación puede parecer atractivo, pero la cuantía es bastante inferior a la que correspondería actuarialmente si se compara con la alternativa de cobrar un complemento adicional del 4 % anual. Además, deben siempre tenerse en cuenta los límites de la pensión. Por mucho que se siga cotizando, nunca se podrá cobrar por encima de la pensión máxima fijada por ley (en 2022, es de 39 469 euros divididos en 14 pagas).
En definitiva, seguir en el mercado laboral una vez superada la edad de jubilación ordinaria tiene pros y contras que será necesario analizar en función de la situación personal de cada uno. En algunos casos, puede ser positivo seguir trabajando unos años más, mientras en otros la opción más lógica será optar por jubilarse y disfrutar del merecido descanso.