Durante 2019, las empresas se gastaron 1,4 billones de dólares en viajes corporativos a nivel global. Después, llegó la pandemia de COVID-19 y el escenario de la movilidad internacional cambió para siempre. El sector, poco a poco, ha ido recuperando su actividad, según los datos de la Global Business Travel Association, aunque todavía lejos de las cifras de hace tres años. Sin embargo, como sucede en otros campos, el sector que emerge de la pandemia se parece poco al del pasado.
De acuerdo con la última edición del estudio Beneficios para los Empleados de Movilidad Internacional (EMIs), realizado por WTW, una de cada tres compañías cree que la movilidad internacional aumentará durante este año y el que viene, pero muchos de los riesgos que disparó la pandemia siguen presentes. Además, el incremento de las tensiones geopolíticas en el último año ha multiplicado la incertidumbre. En este escenario, vuelven a resonar con fuerza tres palabras que siempre han sido importantes para los viajes corporativos: duty of care.
Aunque, gracias a las vacunas, la gravedad de la enfermedad ha disminuido, el COVID-19 sigue muy presente a nivel global. La situación de pandemia se mantiene y son muchos los países cuyas políticas de movilidad y de salud siguen dominadas por la lucha contra el virus. En este escenario, las empresas tienen que planificar y organizar mejor los riesgos que pueden tener sus empleados durante un desplazamiento, antes de que la situación de crisis se produzca, y tener mecanismos que actúen de forma rápida y coordinada.
La obligación moral y legal de las empresas de tomar todas estas medidas para garantizar la seguridad de los viajes de negocios de sus empleados es lo que se conoce como duty of care o, traducido literalmente, la obligación de cuidar. Este concepto se aplica tanto de forma preventiva como durante el viaje profesional y el periodo posterior al mismo. En España, el duty of care está también regulado por la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y el Código Penal.
La Ley de Prevención de Riesgos Laborales, que supuso la transposición al marco legal español de la Directiva Europea 89/391/CEE, estableció la norma por la que la empresa debía proteger a los trabajadores de los riesgos relacionados con su trabajo, incluyendo al trabajador in itinere y en misión. Esta establece, entre otras cosas:
Además, el incumplimiento de estas obligaciones puede significar para la empresa consecuencias importantes en el ámbito laboral (sanciones económicas), civil (daños y perjuicios sufridos por el trabajador), administrativo (sanción administrativa y limitaciones) y penal (con penas de cárcel de hasta tres años, tal como establece el Código Penal en sus artículos 316 y 318).
Sin embargo, cumplir con el duty of care no es solo importante desde un punto de visa legal y moral, sino que también es una buena práctica empresarial. Para los empleados, saber que su empresa los apoya y protege durante sus desplazamientos en el extranjero es muy positivo, por lo que puede repercutir la retención de talento, la motivación de la plantilla y la productividad.
Contar con estrategias y herramientas que ayuden a la organización a cumplir con el duty of care tiene importantes beneficios, tanto para las propias empresas como para los empleados.
Teniendo en cuenta la situación actual, no solo derivada de la pandemia, sino también de las tensiones geopolíticas, el cumplimiento con el duty of care pasa por revisar, evaluar y adoptar estrategias globales para proteger a los empleados desplazados. Para ello, el mercado asegurador ofrece diferentes soluciones como, por ejemplo:
Más allá de los límites mínimos marcados por la ley, muchas empresas ven el duty of care como un pilar de su responsabilidad corporativa y sus compromisos morales y éticos. En épocas marcadas por la incertidumbre, como la actual, afrontar los riesgos desde la perspectiva del análisis, la prevención y la información es más importante que nunca.