Prevenir es mejor que curar. En ningún sector este dicho es más claro que en el sanitario. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, una inversión en prevención de 1,27 dólares por persona y año (de media) podría aportar beneficios de 350 000 millones de dólares durante esta década y evitaría la muerte prematura de más de ocho millones de personas. Esta realidad está cada vez más clara también en las empresas, donde las estrategias de salud de los empleados se centran de forma creciente en la prevención.
Las enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, las mentales, el cáncer, las respiratorias y la diabetes tipo 2, afectarán de forma significativa a las generaciones actuales y futuras de trabajadores. Ante esta realidad, la atención médica proactiva, la prevención, cobra cada vez más importancia. De acuerdo con los resultados de la Benefits Trends Survey elaborada por WTW, el 65 % de las empresas asegura que identificar y gestionar de forma activa los riesgos para la salud y las condiciones crónicas es una prioridad clave en las estrategias de bienestar de la organización.
De acuerdo con los expertos de WTW, las compañías pueden poner en práctica una serie de técnicas y métodos para promover la salud preventiva. Sin embargo, buena parte del éxito pasa por lograr el compromiso de los propios empleados para hacer cambios positivos en sus hábitos. Es decir, conseguir motivar a los trabajadores para que se impliquen en la mejora de su propia salud y bienestar. Estas son tres formas de lograrlo.
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Impulsar la prevención y la mejora del tratamiento de las enfermedades no transmisibles pasa por desarrollar un enfoque de trabajo centrado en las personas y su comportamiento. El objetivo es que los empleados tomen control de su propio bienestar, en lugar de ser meros receptores pasivos de la atención médica. Este método se basa en la llamada economía del comportamiento, que analiza cómo los seres humanos no siempre tomamos las mejores decisiones, incluso aunque conozcamos las consecuencias positivas de hacerlo.
Las empresas pueden ayudar a motivar los cambios de comportamiento positivos mediante la creación de un entorno que facilite que los empleados tomen decisiones que mejoren su salud. En este sentido, la tecnología puede jugar un papel clave:
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El estrés y la ansiedad son dos de los principales problemas de salud en el trabajo. Para gestionar la salud mental de los empleados, el primer paso es vencer el escepticismo y los tabúes que existen a su alrededor. De acuerdo con el Barómetro de Salud y Beneficios de WTW, el 42 % de los trabajadores reconoce haber sufrido de estrés o problemas de salud mental, pero al mismo tiempo el 20 % duda de las personas que se toman más tiempo libre alegando problemas de este tipo.
Esta situación dificulta que los empleados busquen ayuda cuando la necesitan y limita significativamente las oportunidades de llevar a cabo acciones de prevención. En este sentido, las organizaciones pueden trabajar para crear más conciencia sobre la salud mental, construir redes de apoyo interno y otro tipo de acciones para eliminar las barreras que puedan existir y que impidan que los empleados admitan que existe un problema y soliciten ayuda.
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La falta de confianza es una de las grandes barreras que enfrentan las organizaciones para mejorar la salud de los empleados. Casi seis de cada 10 trabajadores señalaron en la Global Benefits Attitudes Survey de WTW que prefieren que su empresa no tenga acceso a su información médica y solo el 21 % dijo que las organizaciones deberían trabajar en mensajes personalizados relacionados con su salud. Sin embargo, los datos de cada empleado son importantes para identificar los riesgos para la salud y las acciones necesarias para mantener los niveles de motivación altos.
Para evitar la desconfianza, las empresas deben ser transparentes y respetuosas con los límites de la privacidad. Es necesario poner en práctica acciones que garanticen que los datos médicos de los empleados son almacenados de forma segura y que los mensajes y acciones serán generados de forma privada, sin que ningún responsable de la empresa intervenga en el proceso. De nuevo, la tecnología puede ser una gran herramienta para empoderar y educar a los empleados a cerca de su propia salud, mientras se respeta su privacidad.
Sin embargo, este no es siempre el camino escogido por las organizaciones para mejorar la prevención y el cuidado de la salud entre los empleados. De acuerdo con la Global Benefits Attitudes Survey, el 33 % de las empresas fomenta los comportamientos saludables, como dejar de fumar o aumentar el ejercicio físico, a través de incentivos financieros directos. Sin embargo, cuidar la salud y el bienestar de los trabajadores debe ser una prioridad compartida por el empleado y la empresa, y no debe comunicarse como una carga de trabajo adicional por la que los trabajadores deben ser compensados.
La clave es captar la atención de los empleados y mantenerlos motivados para que apliquen por sí mismos cambios de hábitos saludables, sin necesidad de premios o recompensas. Para ello, las empresas deben revisar sus estrategias de salud y bienestar para asegurarse de que sean relevantes y atractivas para sus empleados al tiempo que se ajustan a las necesidades de la organización. Una estrategia eficaz, que resuelva los problemas que realmente importan a los empleados, es la mejor manera de reforzar el compromiso de los trabajadores con la salud.