La sostenibilidad del sistema público de pensiones en España sigue en entredicho. Las novedades introducidas en la reforma recién aprobada en el Congreso de los Diputados han incorporado las recomendaciones de 2020 del Pacto de Toledo y han ampliado los canales de financiación del sistema para asegurar que las pensiones se pueden seguir pagando a largo plazo. Sin embargo, las tensiones demográficas que emanan de una población cada vez más envejecida no han desaparecido del tablero.
El resto de los países europeos está en una situación similar: el número de pensionistas seguirá aumentando mientras que la base de trabajadores en activo se mantendrá estancada o incluso podría disminuir. Sin embargo, las soluciones adoptadas por cada uno han sido diferentes. ¿Cómo se compara el sistema público de pensiones en España con los de otros países de su entorno?
El sistema público de pensiones en España es un sistema de reparto (las cotizaciones de los trabajadores financian las prestaciones de los jubilados), proporcional (la cuantía de la pensión tiene relación con las cotizaciones aportadas durante la vida laboral) y universal (contempla también prestaciones para quienes no hayan contribuido tanto al sistema). Estas características han hecho que, en los últimos años, su sostenibilidad económica haya estado llena de desafíos.
Recientemente, se han publicado varios datos que sirven para poner en contexto el sistema de pensiones de España frente a los de otros países de su entorno:
El sistema de pensiones italiano es similar al español, ya que se basa fundamentalmente en un primer pilar muy desarrollado, con un sistema de pensiones públicas de reparto, y un segundo y tercer pilar (planes de empleo y planes individuales) poco desarrollado. Estas son algunas de sus características:
En los últimos meses, el sistema de pensiones francés ha ocupado titulares. La reforma de las pensiones llevada a cabo por el Gobierno para incrementar la edad de jubilación y los periodos de cotización, entre otros aspectos, ha provocado una importante ola de protestas en el país. Al igual que el caso español, el francés es un sistema de reparto en el que los trabajadores en activo pagan, vía cotizaciones, las pensiones de los jubilados. Pero esta es prácticamente la única similitud.
El sistema francés se estructura en tres niveles: uno básico similar al español, uno complementario obligatorio en el que las cotizaciones se convierten en puntos que se acumulan en una cuenta individual y marcan la cuantía final de la jubilación y un plan de ahorro para la jubilación que puede ser individual o colectivo. Estas son otras de las claves del sistema francés tras las últimas reformas aprobadas:
Las tensiones del sistema de pensiones alemán son similares a las que existen en España, Italia o Francia. Sin embargo, el país centroeuropeo ha adoptado un enfoque diferente para solucionarlas, repartiendo el peso del sistema entre los tres pilares del ahorro. Así, este se estructura de la siguiente manera.
Más allá de esta estructura diferenciada, la edad de jubilación ordinaria también se está incrementando gradualmente, de los 65 a los 67 años (a partir de 2029). Para poder seguir jubilándose de forma anticipada a los 65 habrá que acreditar al menos 45 años cotizados. Además, no hay pensión mínima, aunque a cambio solo habrá que acreditar cinco años de cotizaciones para poder acceder al sistema ordinario de pensiones de jubilación.
De esta manera, el sistema de pensiones alemán ha garantizado su sostenibilidad económica ante los retos demográficos. Sin embargo, las consecuencias de la baja tasa de reemplazo se están convirtiendo en un problema político: se calcula que más de seis millones de jubilados con largas carreras de cotización (superiores a los 40 años) perciben pensiones inferiores a los 1000 euros al mes.