En el mundo interconectado en el que vivimos, el concepto de sostenibilidad está cobrando cada vez más fuerza derivado no solo del impacto evidente del cambio climático, sino también de una regulación que exige cada vez más transparencia y de la transformación de los hábitos de consumo y de las necesidades y prioridades de los clientes y la sociedad en su conjunto.
Hoy, más que nunca, se están sentando las bases para exigir corresponsabilidad para trabajar por un futuro donde haya posibilidades para todos, en el que la equidad y la justicia promuevan el crecimiento y el desarrollo para asegurar nuestra subsistencia.
¿En qué momento nos encontramos bajo los criterios ESG?
Los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) no son solo un conjunto de valores positivos o una forma de mostrar a la sociedad que las empresas están haciendo lo correcto, sino que sus impactos financieros se están volviendo cada vez más evidentes. Los datos de nuestra encuesta ESG Survey of Board Members and Senior Executives de 2020 muestran que el 78 % de los miembros de los comités de dirección están de acuerdo en que un desempeño sólido en ESG es un contribuyente clave en la creación de valor y permite resultados financieros más sólidos.
Por otra parte, el cambio climático y los riesgos ambientales también han pasado a ocupar la primera posición en las agendas de los CEO. Además, los informes de SustainableBoards.com demuestran que el 58 % de los empleados tiene en cuenta los compromisos sociales y medioambientales de una empresa a la hora de decidir dónde trabajar. Por todo ello, las empresas se comprometen cada vez más con el establecimiento de objetivos claros de sostenibilidad y los hacen públicos en sus memorias no financieras.
Para cumplir con sus compromisos y sus objetivos ESG, las empresas se enfrentan a diferentes tipos de retos. Por un lado, deben resolver cómo establecer o mejorar sus esfuerzos, así como aprender a identificar, medir y gestionar los riesgos y oportunidades emergentes e incorporar los factores ESG en sus estrategias de negocio manteniendo la competitividad a largo plazo.
Por otro lado, por causa de un ámbito regulatorio en permanente evolución, existe la necesidad de entender las exigencias, los tiempos y las formas de reportar para cumplir con la normativa y contribuir a mejorar la transparencia empresarial. Para ello es también fundamental entender cómo activar programas de gestión de talento a través de los cuales mitigar los riesgos ESG y avanzar en los compromisos establecidos.
Es en este ámbito donde la valoración de la gestión de los riesgos medioambientales tiene un valor de suma importancia dentro de la estrategia de desarrollo sostenible, preservación del entorno y priorización de políticas ambientales, sociales y de gobernanza, es decir, ESG.
Los riesgos medioambientales referidos a una actividad son aquellos daños o catástrofes potenciales que pueden causarse en el medioambiente debido tanto a un funcionamiento normal de la actividad (por ejemplo, emisiones parametrizadas), como a un evento accidental (vertidos, por ejemplo).
Tal y como puede observarse, la definición tiene cierta ambigüedad al depender de la potencialidad del daño. Esta potencialidad en gran medida se basa en dos pilares: el daño producido y el grado de exigencia de resolución del impacto por parte de las administraciones ambientales.
Del mismo modo, a nivel general, en el riesgo pueden distinguirse dos parámetros que ayudan a clasificar los riesgos, así como a darles un orden prioritario para abordarlos. En primer lugar, atendiendo a su frecuencia (es decir, a la probabilidad efectiva de que ocurran), podremos parametrizarlos como eventos asumibles, esperables, imprevistos o excepcionales. En segundo lugar, en base a la gravedad (es decir, al tipo de desenlace resuelto), puede clasificarse como leve, grave, muy grave o catastrófico.
Los riesgos medioambientales deben ser correctamente evaluados a fin de trazar estrategias y planes en lo relativo al cuidado del medioambiente. Todas las organizaciones, sean públicas o privadas, deben estudiar, planificar y desarrollar el análisis de las posibles repercusiones ambientales que puedan tener las actividades que desarrollen en su actividad.
Para ello existen normativas y guías específicas de evaluación y toma de acciones para reducir la frecuencia o la gravedad de los riesgos.
Algunas de las consecuencias más graves de no tener en cuenta los riesgos medioambientales son:
Como especialistas en gestión de riesgos, en WTW trabajamos con cada cliente, sea cual sea su grado de madurez, para conectar de manera transversal e integral todas las dimensiones de ESG y actuar de forma eficaz.
En concreto, en la dimensión medioambiental, nuestro planteamiento parte de:
Desde nuestra perspectiva y buscando una aplicabilidad en la gestión de detalle de los riesgos medioambientales, se puede dividir la gestión medioambiental en dos bloques principales en relación a los impactos producidos:
La gestión medioambiental debe ir encaminada no solo a controlar y minimizar dichos impactos, sino también al diseño, la previsión y la preparación de medidas para evitar que dichos impactos no supongan un quebranto de la política medioambiental de la compañía. Así, la implantación de estándares ISO (como ISO 9001 e ISO 14001) y el desarrollo de políticas eficientes de gestión medioambiental ayudan a que la gestión diaria de los impactos medioambientales se adhiera al protocolo y se gestione de la manera más eficiente.
Por otro lado, la gestión de los impactos medioambientales siniestrales no solo está apoyada por el desarrollo de políticas y la implantación de estándares, sino que también se basa en la cuantificación, el diseño y la implementación de soluciones de gestión de riesgos. Es decir, la implementación de programas de seguros ambientales que abarquen los riesgos contemplados para la compañía.
La implementación de un programa de seguros no debe realizarse solo en base a la normativa de referencia o al criterio de pérdida máxima esperable, sino que desde WTW pensamos que también debe apoyarse en el conocimiento de la gestión de incidentes medioambientales. Solo mediante el conocimiento de la legislación, la interacción entre las partes y las consecuencias de reclamaciones es posible aproximar la importancia del mantenimiento de un programa de seguros.
Dentro de este programa de seguros podemos contemplar tanto pólizas por instalación, por países o por compañías de manera que cada cliente pueda (al tener definidos y asegurados sus riegos) implementar políticas de control y gestión medioambiental consecuentes. La constitución de un programa de seguros que proteja los activos de una compañía desde el punto de vista medioambiental no debe constituir un gasto, sino una inversión.
Además, estos programas deben compartirse con los gerentes y los directores de las compañías para que conozcan tanto sus términos como sus costes inherentes, y así puedan imputarlos en la cuenta de resultados si procede. Esto, unido a la gestión medioambiental por parte de los responsables del área de cada compañía, hará que el programa sirva no solo de salvavidas, sino también de sostén de una política ambiental eficiente y controlada.
Juan cuenta con una experiencia de más de 15 años en gestión de riesgos y evaluación de emergencias medioambientales y de estado ambiental de emplazamientos: estudios de subsuelo, aguas superficiales y subterráneas, análisis de riesgos para la salud humana y los ecosistemas y planificación de proyectos de remediación de emplazamientos contaminados.
En 2021 se une a WTW como director del equipo de Medioambiente y especialista en siniestros medioambientales en Europa y América.
Además representa a WTW dentro del Grupo español de crecimiento verde y en la actualidad colabora como analista de inteligencia para medioambiente en la Unidad Militar de Emergencias del Ejército Español.