España es uno de los países con menor pérdida de poder adquisitivo al pasar de asalariado a pensionista. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la tasa de reemplazo (el porcentaje del salario anual de un individuo que se reemplaza por la pensión de jubilación) es del 89 % para quienes se retiran a los 65 años. La media para la OCDE está en el 62 %. Aun así, la reducción de ingresos es evidente si solo se mantienen los ingresos de la pensión pública. Por eso cada vez más personas y empresas apuestan por el ahorro voluntario como complemento.
El llamado sistema de previsión social de un país se sustenta en tres pilares: uno público (en España, la pensión de la Seguridad Social) y dos privados (uno empresarial y otro individual y voluntario). Los pilares privados engloban todos aquellos productos de ahorro e inversión a largo plazo, diseñados con el objetivo de complementar la pensión pública en el momento de la jubilación. Las aportaciones a los productos individuales y las que hace el trabajador a los planes de empresa conforman el ahorro voluntario.
Desde el año pasado, España cuenta con una nueva ley que busca facilitar el acceso de los trabajadores a los instrumentos de previsión social empresarial, como los planes de pensiones de empleo (PPE). La normativa (cuyas claves te contamos aquí) busca multiplicar el número de trabajadores acogidos a uno de estos instrumentos de ahorro. Entre otras novedades, la ley ha elevado el límite de aportaciones hasta los 8500 euros al año.
Normalmente, las aportaciones a estos planes se hacen de forma periódica, pero, con el año a punto de terminar, son muchos los que se plantean si hacer una aportación extraordinaria para reforzar el ahorro voluntario con vistas a la jubilación.
Los instrumentos privados de previsión social están regulados por leyes que establecen cómo se hacen las aportaciones, cuándo se puede disponer del ahorro y la cantidad máxima que se puede aportar al plan cada año. La normativa aprobada el año pasado establece que el límite para los planes de pensiones individuales es de 1500 euros al año, mientras que el de los planes colectivos o de empresa sube hasta los 8500. Así, entre ambos instrumentos se pueden aportar un máximo de 10 000 euros al año.
Otra novedad es que ahora el trabajador también puede aportar al plan empresarial de forma voluntaria. Así, el límite de 8500 euros puede alcanzarse mediante aportaciones exclusivas de la empresa o mediante aportaciones repartidas entre el trabajador y la empresa. Eso sí, la cantidad que puede aportar el trabajador con respecto a lo aportado por la organización también está limitada por los siguientes coeficientes.
La principal ventaja de aportar de forma voluntaria una cantidad extra al ahorro establecido en los planes de previsión empresarial es aumentar los fondos y multiplicar su rendimiento a largo plazo. Es decir, si se puede, ahorrar más en el presente siempre va a significar disponer de más dinero en el futuro y generar un complemento de mayor cuantía a la pensión de jubilación. Pero, más allá de lo evidente, también existen ventajas a nivel fiscal.
Para el trabajador, las aportaciones que haga la empresa son fiscalmente neutras y están exentas de retención en el IRPF. Además, en la declaración anual de la renta podrán deducirse hasta 8500 euros, tanto si provienen de contribuciones de la empresa como si son aportaciones del trabajador. Estos 8500 euros se pueden sumar al máximo de 1500 de los planes de pensiones individuales. La deducción, eso sí, estará limitada al 30 % de los rendimientos netos del trabajo y otras actividades económicas.
Las ventajas de la previsión social también son claras para la empresa. Además de contribuir a la retención del talento y de reforzar el compromiso de los trabajadores, las contribuciones empresariales al plan no cotizarán a la Seguridad Social y la empresa podrá deducir el 10 % en la cuota íntegra del Impuesto de Sociedades por las aportaciones a trabajadores con rentas brutas por debajo de los 27 000 euros al año.
Existen múltiples herramientas para fomentar la adhesión a los planes de empresa entre los empleados y aumentar sus aportaciones voluntarias. Una de las más efectivas es proporcionar asesoramiento y educación financiera para todos los trabajadores. La mejor manera de apostar por el ahorro es ser consciente de sus ventajas a largo plazo y de cómo un pequeño esfuerzo en el presente puede significar mucho en el futuro. Estos programas de educación financiera deben incluir detalles de cómo funciona el sistema de previsión en España y cuáles son los beneficios fiscales de ahorrar a través de los instrumentos empresariales.
Otros métodos para fomentar el ahorro consisten en recordar con regularidad cómo se pueden hacer las contribuciones y cuánto se puede aportar, llevar a cabo eventos de concienciación, ayudar a los empleados a trazar un plan de ahorro personalizado, facilitar en la medida de lo posible el procedimiento para hacer estas contribuciones, así como el seguimiento de la inversión, establecer metas e incentivos y motivar a los trabajadores con aportaciones más altas por parte de la empresa.